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IDENTIFICANDO A UN LEGALISTA.
Pero ¿Cómo puedes identificar a un creyente legalista mi iglesia? O mejor aún ¿Cómo puede identificar si yo mismo soy un legalista? El creyente legalista posee ciertas características distintivas, entre ellas:
(1) EL CRISTIANO LEGALISTA ENFATIZA LOS CAMBIOS EXTERNOS, NO LOS INTERNOS.
En su lucha contra el pecado, reducen la vida cristiana a una cuestión de conducta externa. Por ejemplo, para no caer en lujuria, prohíben a las mujeres usar pantalones o faldas por encima de la rodilla, maquillarse, pintarse las uñas, etcétera; para no caer en adulterio prohíben ir a la playa; para evitar la vanidad prohíben llevar aretes, pendientes, anillos o relojes. La consecuencia es que uno será mejor o peor cristiano en la medida en que acate con mayor fidelidad todos estos preceptos. Si diezmas, usas faldas por debajo de la rodilla, no vas a la playa ni usas cualquier tipo de cosmético, entonces, estarás agradando a Dios. Esto implica que aquellas mujeres –por continuar con el ejemplo– que usan pantalones, se maquillan y llevan colgantes y anillos están siendo menos santas o directamente rebeldes y desagradables a Dios.
El problema de enfatizar los cambios externos es que esto no soluciona el verdadero problema, que es interno; el corazón. A los fariseos que tanto cuidaban la fachada, es decir, lo externo, Jesús les llamó “Sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mateo 23:27). Se nos olvida que incluso las mejores obras a los ojos de los hombres pueden ser las que procedan del corazón más sucio a los ojos de Dios. Con todo, Jesús nos enseña constantemente que el cristianismo es asunto del corazón. Nada más empezar su ministerio terrenal expresó: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8) ¿Quiénes verán a Dios? ¿Los que guardan preceptos externos? No, sino los limpios de corazón. En tiempos de Cristo, si los religiosos se jactaban de no haber cometido adulterio y de cumplir así la ley, Jesús les decía: “El que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. Si alguno creía que estaba cumpliendo con Dios asistiendo legalistamente al “culto” (sinagoga) y cantándole con la boca, Jesucristo les reprochaba: “Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mí”. Jesús siempre apunta al corazón. En cambio, el legalista apunta a lo externo. Según Jesús, todos los pecados y malas acciones de los hombres provienen del interior, no de lo externo: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.” (Marcos 7:21-23). Todo lo que contamina al hombre, toda impureza, todo pecado del tipo que sea, procede del corazón. Por tanto, si queremos conseguir cambios auténticos en nuestra propia vida o en la vida de otra persona o congregación, debemos apuntar y trabajar siempre con el corazón, no con lo externo. Las congregaciones que imponen normas humanas y prescripciones pesadas a sus feligreses en aras de buscar la santidad, en realidad están corriendo en la dirección contraria. Quizá sus pretensiones sean de buena fe, pero no producirán nunca cambios auténticos en el corazón; por tanto, cualquier cambio externo será solo de apariencia, para agradar a los hombres, pero no para agradar a Dios. Tales personas están haciendo la puerta estrecha más estrecha de lo que es, atando pesadas cargas en las espaldas de los demás que ni ellos mismos pueden llevar. Ya advirtió Jesús de los tales: “¡Ay también de vosotros, intérpretes de la ley!, porque cargáis a los hombres con cargas difíciles de llevar, y vosotros ni siquiera tocáis las cargas con uno de vuestros dedos” (Lucas 11:46).
Esta es la razón por la que la Escritura nos enseña una y otra vez que los cambios genuinos y sinceros deben producirse internamente, en el corazón. Y, posteriormente, esta purificación interna se manifestará hacia lo exterior progresivamente por la obra del Espíritu de Dios. La Biblia nos enseña cómo Dios trabaja en el hombre: “Entonces les rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de todas sus inmundicias y de todos sus ídolos les limpiaré. Además, les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes; quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré corazón de carne. Pondré dentro de ustedes mi espíritu y haré que anden en mis estatutos, y que cumplan cuidadosamente mis ordenanzas.” (Ezequiel 36:26-27) El trabajo de Dios siempre comienza con el corazón, no con lo externo. El texto no dice: “Cumplan mis estatutos y, entonces, tendrán un nuevo corazón”, como si la obra debiera hacerse de afuera hacia dentro. Por otra parte, ¿qué o quién hará que andemos en los estatutos y ordenanzas divinas? El texto dice claramente que esa será una obra divina ejercida en favor del hombre, resultado natural de un cambio de corazón. La razón por la que este cambio externo debe ser llevado a cabo por Dios es porque el ser humano está totalmente incapacitado para arreglar su depravado corazón, aunque se imponga a sí mismo toda una serie de estrictas ordenanzas. Con razón Jesús condenaba a los legalistas que insistían en lo externo: “Resulta que ustedes los fariseos -les dijo el Señor-, limpian el vaso y el plato por fuera, pero por dentro están ustedes llenos de codicia y de maldad.” (Lucas 11:39, NVI).

(2) EL LEGALISTA LUCHA CONTRA EL PECADO POR MEDIO DE PROHIBICIONES DEL TIPO: “NO TOQUEN ESTO”, “NO COMAN ESO”, “NO PRUEBEN AQUELLO”, “NO UTILICEN ESTO OTRO”.
El legalismo trata de conseguir el favor de Dios por medio del esfuerzo humano. En cambio, el cristiano que ha entendido el evangelio lucha contra el pecado no guiado por leyes, sino por el Espíritu. Sus armas son la Palabra de Dios, la fe, la coraza de justicia, el evangelio de la paz, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu (Efesios 6:10-17). Pablo advirtió a la iglesia de Colosas contra el legalismo de su entorno. “Ustedes están unidos a Cristo por medio de su muerte en la cruz, y ya no están sometidos a los espíritus que gobiernan este mundo. Entonces, ¿por qué se comportan como si todavía estuvieran bajo su dominio? ¿Por qué obedecen a quienes les dicen “no toquen esto”, “no coman eso”, “no prueben aquello”? Esas reglas no son más que enseñanzas humanas, que con el tiempo van perdiendo su valor.” (Colosenses 2:20-22, NVI).

(3) EL LEGALISTA LUCHA CONTRA EL PECADO CON MOTIVACIONES EQUIVOCADAS.
Mientras el cristiano que ha entendido el evangelio lucha contra el pecado porque ama a Dios con todo su corazón y no desea desagradarle, no quiere contristar al Espíritu que habita en él y porque la gracia de Cristo en favor suyo le enseña a renunciar a toda impiedad; el legalista lucha contra el pecado para salvaguardar su reputación religiosa o su imagen pública, para tener una conciencia más tranquila consigo mismo, para dar una apariencia de piedad, en definitiva, para agradar al ojo humano. La Biblia enseña que el legalista se gloría en cumplir leyes: “El Fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos” (Lucas 18:1). En cambio, el creyente que entiende el evangelio se gloría en vivir a Cristo: “para que, como está escrito: “Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe en el Señor”” (1 Corintios 1:31).

(4) EL LEGALISTA TIENE UNA VISIÓN EQUIVOCADA DE LA LEY.
El creyente legalista está convencido de que cumplir rigurosamente los mandamientos y normas le ganarán no solo la aprobación de Dios, sino también todas sus bendiciones. La obediencia a la ley se convierte así en un fin en sí mismo.
En contraste, las Escrituras nos enseñan que ningún ser humano será justificado por la obediencia a la ley y que el propósito de la ley es sacar al descubierto nuestro propio pecado e incapacidad para agradar a Dios; más bien, mediante la ley cobramos conciencia del pecado (Romanos 3:20). Pablo advierte: “Aquellos que tratan de ser justificados por la ley, han roto con Cristo; han caído de la gracia.” (Gálatas 5:4, NVI). De acuerdo con la Biblia, la ley no fue dada como un fin en sí mismo, sino como un medio para descubrir algo más importante y fundamental, a saber, la absoluta impotencia del hombre para agradar a Dios por sí mismo y la necesidad que este tiene de una transformación interna.

(5) LOS ESFUERZOS DEL LEGALISTA SE CENTRAN EN LUCHAR CONTRA EL PECADO EXTERNO.
Los esfuerzos de quien entiende el evangelio consisten en revestirse de Cristo. El primero tiene siempre su mirada en el pecado; el segundo tiene siempre su mirada en Cristo. Entretanto que el primero trata de encontrar satisfacción evitando el pecado visible, el segundo buscará su satisfacción escondiéndose en Cristo. Sabe que cuanto más satisfecho esté en Cristo, menos buscará la satisfacción en el pecado. El apóstol Pablo enseña que los esfuerzos del cristiano deben concentrarse en revestirse de Cristo y no tanto en el pecado, que es la consecuencia de no estar revestido de Él: “Más bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa.” (Romanos 13:14, NVI).

(6) EL LEGALISTA USA EL TEXTO BÍBLICO PARA APOYAR SUS IDEAS PERSONALES.
El creyente legalista se va a las Escrituras con una postura tomada que hay que demostrar y defender a ultranza. Empero, la Biblia enseña que nuestras ideas deben someterse a la Palabra de Dios, no viceversa. El principal error del legalista es que no enseña las Escrituras expositivamente, esto es, exponiendo únicamente lo que el texto bíblico dice en su contexto original y sometiéndose a lo que este enseña para nosotros hoy, sino que añade sus normas particulares de cómo ese texto debe obedecerse actualmente, según él, sumando su punto de vista al texto y presentando todas estas normas humanas como divinas o como parte misma del Evangelio. Algo similar ocurría ya en tiempos de Jesús. Los maestros de la ley, quizá con buenas intenciones, añadían mandamientos de hombres que pretendían situarse a la misma altura que los mandamientos expresados directamente por Dios. Nuestro Señor dijo a los tales: “Así que los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron a Jesús: — ¿Por qué no siguen tus discípulos la tradición de los ancianos, en vez de comer con manos impuras? Él les contestó: —Tenía razón Isaías cuando profetizó acerca de ustedes, hipócritas, según está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas humanas». Ustedes han desechado los mandamientos divinos y se aferran a las tradiciones humanas. Y añadió: — ¡Qué buena manera tienen ustedes de dejar a un lado los mandamientos de Dios para mantener sus propias tradiciones!” (Marcos 7:5-9, NVI). Ninguna persona tiene el derecho a crear restricciones que Dios no ha restringido. Quien hace esto está jugando a ser “dios”.

(7) EL LEGALISTA CONVIERTE LA VIDA CRISTIANA EN TODA UNA SERIE DE REGLAS Y PRINCIPIOS MORALES.
Reducen la vida cristiana a normas del tipo: “puedes hacer esto”, pero “no puedes hacer aquello”. Olvidan que la vida cristiana es una relación personal con un Dios que nos ha adoptado como hijos y que nos permite acercarnos a Él como a un Padre. Como toda relación, la base es el amor, que nos lleva a honrar y respetar a la otra persona. Por eso toda la ley se reduce en: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37). El verdadero amor nos mueve a evitar todo aquello que pudiera desagradar a Dios.
¡No necesitamos ordenanzas cuando la relación se basa en el amor sincero y apasionado! Si las normas se hacen necesarias, este es un indicativo de que no hay verdadero amor.

(8) EL LEGALISTA SIEMPRE VERÁ A LOS QUE NO ESTÉN DE ACUERDO CON SUS REGLAMENTOS COMO LIBERALES O REBELDES.
Los fariseos acusaron numerosas veces a Jesús y a sus discípulos de quebrantar las tradiciones y mandamientos (Marcos 7:1-23; 15:1-20). ¡Consideraban a Jesús un revolucionario y rebelde a la ley de Dios! Según ellos, Cristo incumplió una y otra vez el obligado día de descanso al sanar al hombre de la mano seca (Lucas 6:6); a la mujer encorvada (Lucas 14:2); al ciego de nacimiento (Juan 9:1); al paralítico de Betesda (Juan 5:8), y un largo etcétera. ¡Qué paradoja! El creador del universo y dador de las leyes fue condenado por las leyes de los hombres. Los judíos le respondieron: “Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios.” (Juan 19:7). Resulta curioso que el grupo que más se enoja con Jesús a lo largo de su ministerio terrenal es el grupo que, al menos externamente y a ojos de los hombres, más rigurosamente cumplía la ley.

(9) EL LEGALISTA PRONTO SERÁ DOMINADO POR EL ORGULLO Y LA HIPOCRESÍA.
Mantener una apariencia de piedad externa puede servir para encubrir la podredumbre interna. Insistir en lo externo promueve que las personas finjan una santidad externa que esconde problemas internos. Sutilmente, la santidad será sinónimo de religiosidad externa o devoción superficial. Aquellos que se sujeten a las normas establecidas (por absurdas que sean) serán considerados más santos y fieles que aquellos que no lo hagan. Esto provocará una competencia por demostrar a los demás quien es el más puro y santo de todos, produciendo así orgullo en los corazones y menosprecio al mirar a los demás. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano.” (Lucas 18:11).
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Estén alerta. Permanezcan firmes en la fe. Sean valientes. Sean fuertes.
1 Corintios 16:13 NTV
«Valor moral»
Me encanta cómo le dijo Dios, repetidamente, a Josué que fuera fuerte y valiente cuando estaba por liderar a la nación hebrea en su conquista de Canaán (Josué 1:6-7, 9). Pero la verdad es que, a todos, nos dice que seamos fuertes y que tengamos el valor de hacer lo correcto.
Repasemos lo visto hasta ahora rápidamente. Las seis virtudes de la hombría que hemos tratado en estos devocionales han sido el amor duro (sacrificarse por los demás), el asombro infantil (no perder nunca el deseo de aprender sobre el mundo de Dios), la fuerza de voluntad (esa perseverancia pertinaz y santificada), una pasión agresiva (un entusiasmo contagioso), verdaderas agallas (la combinación de pasión y perseverancia) y una visión clara (saber por lo que estás luchando).
Ninguna de esas virtudes son lo suficientemente buenas sin la última: valor moral. «El valor no es simplemente una de las virtudes», escribe C. S. Lewis, «sino la forma de cada virtud en el punto de prueba».
¿De dónde viene el valor moral? De una conciencia que es cautivada por la Palabra de Dios.
La conciencia es nuestro sistema operativo espiritual —integrado en el corazón humano—, y requiere actualizaciones constantes. La forma en que haces esto es descargando las Escrituras todos los días. Cuando estudias las Escrituras, estás cargando la voluntad buena, agradable y perfecta de Dios. Es así que dejas que tu conciencia sea tu guía, una conciencia informada por las Sagradas Escrituras y afinada por la tierna y apacible voz del Espíritu Santo.
Si violas tu conciencia constantemente, es como un medidor que ya no ejerce su función. Pero si te metes en la Palabra de Dios y en la presencia de Dios de manera constante, tu conciencia aprende a escuchar y a responder a la voz del Espíritu Santo. Es posible que necesites humillarte, confesar tu pecado, enfrentarte al error, salir públicamente en busca de Jesús; eso depende. Pero si lo haces, te convertirás en un hombre según el corazón de Dios.
Un hombre de conciencia es un agente de cambio, una fuerza a considerar. Como observó Andrew Jackson: «Un hombre con valor tiene a la mayoría». No se deja llevar por los vientos de las tendencias. Está anclado a la Palabra de Dios; ancla que lo sostiene firmemente a través de cualquier altibajo.
Escucha a tu conciencia y hazle caso.
¡Sé hombre!
¿En cuanto a qué necesitas actuar a partir de la valentía moral que hoy tienes?
Forwarded from Encuestas Cristianas (Ismael)
¿Consideras que el concilio de Nicea tiene tanta autoridad sobre el cristiano moderno como el Concilio de Jerusalén la tuvo (Hechos 15) sobre los primeros cristianos?
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En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido.
1 Pedro 5:10 NTV
La promesa de Dios a la mujer que está sanando

Toda mujer tiene un ser interior, el aspecto más profundo de quién eres que Dios conoce totalmente. Cuando tu ser interior está completo y bien, comunica vida, consuelo y fuerza a tu cuerpo y alma. Sin embargo, cuando estamos heridos, nos falta lo necesario para crecer y prosperar. En lugar de simplemente aceptar estos vacíos y brechas que obstaculizan el alma, debemos buscar activamente la sanidad y la redención de Dios para que podamos caminar en integridad y plenitud en Él.
La buena noticia para las hijas de Dios es que servimos a un Dios fiel. Sus ojos están siempre sobre nosotros, y Su poder trabaja constantemente para fortalecer las áreas de nuestro ser interior que pueden estar débiles.
Vivo para ver a las mujeres realizar este trabajo espiritual en sus vidas. Al principio de mi vida, enfrenté muchas experiencias que debilitaron mi espíritu: abandono, abuso y dificultades. Pero al viajar con Dios y permitirle sanar, fortalecer y reparar mi ser interior, me volví internamente fuerte y mi vida cambió por completo.
Uno de los pasajes de las Escrituras que me dio una fuerza inmensa mientras atravesaba este proceso fue 1 Pedro 5:10. Pedro escribió esta carta a los cristianos dispersos en Asia Menor desde un profundo conocimiento de la inutilidad de tratar de enfrentar el sufrimiento y el peligro con sus propias fuerzas. Sus fracasos le enseñaron la necesidad de depender constantemente de la obra de Dios en nuestras vidas, por lo que ora esto por sus amigos cristianos.
Para volverte internamente fuerte, necesitas confiar en Dios. Cuando confías en Él, estas mismas palabras de fortaleza y promesa de las que habló Pedro pueden aplicarse a ti. Dios te redimirá y te fortalecerá internamente al restaurarte, asegurarte, fortalecerte y establecerte.
Durante los próximos cinco días, quiero llevarte en un viaje de liberación de la promesa de 1 Pedro 5:10 para ti como hija de Dios.

¿Tomarás una decisión consciente de abrir las puertas de tu vida para que Dios pueda trabajar en esos lugares internos, ya sean mentales, emocionales o espirituales?

Preguntas para reflexionar: 

¿De verdad confías en Dios para tu sanidad? ¿Qué podría interponerse en el camino de esto?

Mientras pasas algún tiempo en quietud con el Padre, pon delante de Él todo lo que te impide depender totalmente de Él. Él puede hacer una obra poderosa dentro de ti una vez que confías en Él y crees.
👋
Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.
Juan 16:33 NTV
Estad quietos y sabed que yo soy Dios

Cuando tenía veintitantos años, llegué a la dolorosa conclusión de que algunos aspectos de mi vida habían sido más difíciles de lo que pensaba. Esta conclusión empezó al entender que mi relación con mis padres no era tan segura como pensaba.
Enfrentada a esta revelación y en una encrucijada, necesitaba atravesar las puertas de la sanación para atender algunas áreas no resueltas de mi pasado. A pesar de estar en un territorio totalmente nuevo, Dios me trajo a este lugar porque estaba listo para hacer una obra dentro de mí que llegaría debajo de la superficie de mis logros personales a los niveles de pérdida e inseguridad que me obstaculizaban con tanta fuerza.
Muchas mujeres que han experimentado traumas en el pasado descubren que es difícil volver a entrar en los lugares rotos. Debemos enfrentar intencionalmente nuestro dolor, lo que significa que podríamos sufrir conscientemente. Pero cuando volvamos a entrar en estos lugares en sociedad con Dios, Él nos dará la victoria sobre nuestro quebrantamiento.
Primero Pedro 5:10 proporciona la guía de cómo nuestras vidas harán esa transición de quebrantadas a reconstruidas. Intercalado entre lo que fue (nuestros sufrimientos) y lo que será (fuerza interior) viene la mención e intervención del Dios de toda Gracia.
Nuestro Dios, misericordioso, compasivo y lleno debondad gratuita e inmerecida, iniciará ese trabajo de edificar tu ser interior para que seas fuerte, íntegro y completo. ¡Es Su gran placer completar este trabajo asombroso dentro de ti, para que puedas tener la esperanza de que tu sufrimiento llegará a su fin!
Eres de Dios, y Él te ha llamado. Él ha preservado tu vida; por tanto, Él te redimirá.
Vivir a la luz de este conocimiento celestial será el trampolín perfecto para encontrar la verdadera esperanza y la curación, a la vez que te llevará a una conciencia más profunda de Su cuidado providencial.
Él está luchando por ti y tiene el control total.

Preguntas para reflexionar: 

¿Puedes recordar un momento en que Dios peleó activamente por ti? ¿Cuáles fueron las circunstancias que rodearon este evento?

Mientras reflexionas sobre la fidelidad de Dios hacia ti, recuerda que estás rodeado por un Dios misericordioso que siempre trabaja para tu bien.
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Me viste antes de que naciera. Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro. Cada momento fue diseñado antes de que un solo día pasara.
Salmos 139:16 NTV
¡Dios te restaurará!

«¡Ahí está!»

¡He tenido muchos momentos de «¡Ahí está!» ya que tengo la terrible costumbre de perder cosas.
Puede ser muy frustrante cuando las cosas que atesoramos o utilizamos regularmente se pierden o destruyen. Sin embargo, cuando nos reunimos con estas cosas u objetos, sentimos tanta paz, alivio y dulce alegría, sabiendo que hemos encontrado nuestras posesiones perdidas y podemos continuar con nuestras vidas.
Estuve sin rumbo durante años, sin saber que partes de mi identidad se habían perdido en traumas pasados debido a los pecados que otros habían cometido contra mí. Esto no solamente dificultó que mi ser interior me comunicara quién era yo, sino que el manto subconsciente de vergüenza y tristeza que vestía porque mis cimientos de amor, cuidado y atención eran inseguros agotó mi sentido de utilidad y valía.
Cuando nuestras identidades no se conocen o no se nos devuelven, careceremos de la claridad interna que necesitamos para ser internamente fuertes, lo que limitará la forma en que funcionamos en nuestros diversos roles como mujer.
Estoy tan contenta de haber encontrado a un Dios que tiene la restauración en el centro de Su corazón. Como el Creador de todas las cosas, todo lo que somos y estamos destinados a ser se puede encontrar en Él. A través de esta relación que da vida, podemos experimentar los niveles de restauración que solamente pueden provenir de la Fuente de toda la humanidad.
Dios desea devolverte una posesión muy valiosa: la forma más verdadera y pura de tu identidad para que tu ser interior pueda ser fuerte internamente. Solo piénsalo: Dios se tomó mucho tiempo para diseñarte de manera única y tiene un conocimiento íntimo de cómo quería que fueras. Por lo tanto, a pesar de lo que haya sucedido, Él tiene el poder de reunirte con cada parte de ti para que puedas reflejar correctamente Su gloria y obra.
Como en todos los trabajos de artesanía, también debemos desechar los componentes impuros que llevamos en nuestra vida. Mientras estamos siendo restaurados, Dios trabaja para eliminar la vergüenza o el estigma que puede estar asociado a las pérdidas en nuestras vidas para que podamos caminar con la cabeza alta. La vergüenza y la desgracia no son la porción para las hijas de Dios; en cambio, debemos usar la belleza y la alegría como nuestras coronas.
¿Cómo se sentiría reencontrarse con el que una vez conoció? ¿Para recuperar tus esperanzas, ambiciones y sueños?

Tales experiencias son inexplicables e indescriptibles, pero están disponibles para ti a través de nuestro Dios que cambia vidas.

Preguntas para reflexionar: 

¿Anhelas recuperar lo que se ha perdido de tu vida? Permite que Dios coloque este deseo piadoso dentro de ti.
Recuerda, eres favorecida por Dios.
A través de Sus milagros, la restauración se llevará a cabo en tu vida y serás lleno con la medida completa de Su gozo.
Temer a la gente es una trampa peligrosa, pero confiar en el Señor significa seguridad.
Proverbios 29:25 NTV
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2024/09/28 04:19:18
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